Desde el nacimiento vamos desarrollando habilidades comunicativas que tienen su momento más álgido con la aparición y desarrollo del lenguaje. La sonrisa o el lloro dan lugar a otras formas comunicativas más complejas basadas en el lenguaje y su desarrollo. De ahí que este campo de estudio ha dado lugar a múltiples teorías que señalan las relaciones entre el lenguaje, el individuo y la sociedad (Vigotsky, Van Dijk, Deleuze, Darrida, Guattari…).
Con la distancia teórica entre ellos, todas plantean un cierto significado oculto de las ideas que construimos mediante el lenguaje: lo que hablamos o escribimos forma parte de nuestras relaciones sociales y del comportamiento humano en general. Así, la lengua como producto heterogéneo, es el resultado de nuestro mundo relacional y, en función de él, tiene probablemente muchos significados. La idea básica es ¿lo que decimos define cómo somos o cómo deberíamos ser?
Salvando las distancias oportunas, nosotros hemos lanzado un anzuelo para construir textos a partir de una estructura básica, las preposiciones, que hemos querido elevar a la categoría de estructura compleja. Retomando la pregunta anterior, hemos tratado de “decir lo que queremos decir” utilizando las preposiciones. De esta propuesta nace un producto heterogéneo, complejo, resultado colectivo de comportamientos e imaginarios individuales, con múltiples significados e historias de vida y con una dificultad lógica para engarzar las diferentes relatos que componen el libro.
¿Y por qué las preposiciones? Juan José Millás en una acertada columna periodística titulada Ensamblajes habla de las preposiciones como “… la tornillería de la lengua. Solo tienes que echarlas sobre la mesa como un puñado de tuercas para escoger la adecuada… Quiere decirse que es más fácil colocar una preposición que hacer frente a un arreglo doméstico. Para saber la preposición que conviene utilizar en la frase no puedo con mi alma, no necesitas estudiar: basta con que no puedas de verdad con tu alma… La preposición se coloca sola. Intente usted, en cambio, poner un programa sencillo de la nueva lavadora sin leerse hasta la extenuación las instrucciones del electrodoméstico.
La preposición es una estructura simple del lenguaje, pero sin ellas no es posible construir lo complejo. Al igual que nuestros sentidos que más allá de lo físico y sensorial son una fuente de conocimiento inagotable y conformarán el mundo de nuestras ideas, lo cognitivo y emocional, con las preposiciones pasa un poco lo mismo: nos sirven para poner en relación las palabras, ordenar las frases y formar parte de sintagmas complejos que dan valor y significado relacional vinculando dos o más elementos.
Están en la base del significado gramatical y léxico, y aunque aisladas dicen poco, si las asociamos a estructuras de pensamiento complejas somos capaces de llevarnos por caminos, situaciones y realidades que tienen que ver con formas de apropiarnos del mundo en un sentido lacaniano: “solo somos capaces de expresar nuestras ideas y emociones a través del lenguaje de los otros”. Nos colocan pues, como punto de partida, en el dominio de lo complejo: pasar de una estructura gramatical simple, para llegar a otro tipo de conclusiones, a veces incluso, alejadas de lo que en un principio era nuestro ámbito de estudio más primario.
Hay pues varios planos de análisis interesantes sobre las preposiciones. El relacional es uno de ellos, sirven para establecer vínculos entre las palabras y nuestro mundo como un lugar de relaciones gestionadas a través del lenguaje con el que compartimos emociones y/o pensamientos e incorporamos las subjetividades, ideas e imaginarios personales. El otro es la aparición del mundo exterior a través del establecimiento de límites y fronteras que surgen a partir de las estructuras lingüísticas.
El lenguaje, como imagen creada a partir de la presencia o ausencia de los lugares, forma parte de nuestra experiencia vital; los lugares, límites o fronteras son distintos, por ejemplo, en función de vuestra pertenencia al primer o tercer mundo. Es algo vital. Las imágenes visuales que tenemos de los objetos, personas o circunstancias, probablemente pertenecientes al mundo de lo sensorial, se convierten en imágenes mentales, una suerte de constructo más complejo en el que intervienen pensamientos, emociones o sentimientos: Hasta aquí hemos llegado y nos traslada a un variado conjunto de ideas que tienen su origen en el límite espacial que configura una preposición, hasta, y que rápidamente transformamos en dibujos mentales, imaginados, y en una fuente de asimilación de nuevos constructos mentales.
Los textos creados a partir de la lista de preposiciones son una fuente de ideas, un imaginario colectivo que sirve de excusa básica para representar un mundo personal que a la vez compartimos con un grupo.