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La mecedora de Beckett

La mecedora de Beckett

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El escritor y catedrático Fernando Abascal descubre en clave divulgativa los principales rasgos literarios del creador tal vez más radical que ha existido: Samuel Beckett

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    La decimotercera entrega de los Textos Insólitos aborda desde todas las perspectivas la incomensurable figura de Beckett. ‘La mecedora de Beckett. Enunciados de lo indecible’, de Fernando Abascal, es el resultado de una amplia reflexión de los principios nucleares de la obra del escritor irlandés, algo que el autor aborda y transmite con talante divulgativo, intentando penetrar en lo indecible, intentado convertir en fallido el aparente hermetismo de la obra y del lenguaje.

    Samuel Beckett estrenó en 1981 Rockaby, uno de sus monólogos para mujeres más intensos. En este drama, una envejecida mujer permanece sentada en una mecedora, un recurso reiterado en sus obras y de fértil simbolismo -senectud, sosiego, paso del tiempo, sueño, ritmo, latido…- Pongamos que es el mismo Beckett quien se balancea en su mecedora y quien, desde dentro y desde fuera de sí mismo, en una dislocada alteridad y cuestionando el sistema de representación del lenguaje, nos habla de la imposibilidad de toda tentativa de comunicación verbal, de lo fallido de nuestras percepciones y de la defunción de la esperanza, toda una poética del silencio y de ese credo estético del fracasa mejor que enunció en su obra Rumbo a peor (1983).

    Este volumen no es un ensayo académico, ni lo pretende. El autor tiene el suficiente pudor para manifestar que nada sustancial sabría añadir a lo mucho dicho y escrito, todo un diluvio crítico, sobre la obra del irrepetible autor irlandés, un creador de perenne vitalidad que supo descolonizar el lenguaje, devolver a las palabras su pureza germinal a la vez que su desolador silencio, y mostrarnos, desde una turbadora perplejidad, incluso mediante una lengua ajena, la incomunicabilidad trágica, no exenta de ternura, humor y parodia, del ser humano.

    Más bien, este libro insólito es el resultado de una lectura muy personal y tal vez algo impertinente y redundante, sin notas a pie de página y conscientemente huérfana de bibliografía, de la obra de Beckett y de la resonancia que en mí generan su escritura y su pensamiento. Una escritura de la penuria, como el autor la definió, caracterizada por un estilo que renuncia a las posibilidades retóricas que le ofrece el lenguaje, adelgazado este hasta el silencio. Y es que Beckett exploró como nadie lo había hecho antes la grieta que separa la vida del lenguaje que la nombra o pretende explicarla. Lenguaje como simulacro incapaz de trinchar la realidad, de pensar el mundo; literatura como desvanecimiento; habla como reiterativo balbuceo o cháchara que sostiene a los personajes de sus obras: lisiados, mendigos, vagabundos, tarados… entes sin función simbólica que no pretenden otra cosa que dejar de significar, que se limitan a esperar en unos espacios informes, sin identidad, una tierra de nadie donde todo es innombrable, salvo el tiempo. Nothing to tell y, sin embargo…

    Ese es, en definitiva, el propósito de Fernando Abascal: abrir una conversación para distraer la espera entre tres interlocutores: Samuel Beckett, el lector y el autor, sobre algunos conceptos nucleares en su obra: el lenguaje, el silencio, el tiempo, el espacio, los personajes, las cosas. Hechizados por la nada, acunados por el vaivén de la mecedora, sabiendo de la imposibilidad de entender y reflejar estética y ontológicamente el mundo a través del lenguaje; descreyendo de las mismas palabras; a pesar de todo, de nada y de la nada, incluso del mismo silencio, Fernando Abascal osa enunciar lo indecible.

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